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La salud mental no solo se cuida en terapia. También se protege cuando exigimos políticas justas, cuando apoyamos leyes que nos garantizan acceso a atención digna, y cuando levantamos la voz por quienes no pueden.

Vivir en un entorno que respeta los derechos, ofrece oportunidades y combate la exclusión no solo es justo: también es terapéutico.

Tu bienestar emocional también depende del mundo que te rodea. Por eso, cuidar tu salud mental es también un acto político. Y cada pequeño gesto a favor del bien común —votar informado, exigir derechos, acompañar causas justas— también es autocuidado. Las leyes también influyen en cómo se trata a las personas con trastornos mentales. Una legislación inclusiva puede reducir estigmas y proteger derechos laborales, civiles y sociales.

La salud mental también se defiende en el Congreso, no solo en el consultorio. Participar en decisiones locales, votar, opinar o apoyar causas de salud mental fortalece el tejido social y empodera emocionalmente. Crisis económicas, violencia institucional, desempleo, corrupción o discriminación afectan el bienestar emocional de la población. Las políticas injustas enferman. La exclusión social y la pobreza son factores de riesgo en salud mental.

Salud mental como derecho humano, La salud mental forma parte del derecho a la salud integral. Exigir acceso a ella es también un acto político.
Cuidar la salud mental no es un lujo, es un derecho que debe ser garantizado por el Estado